Nuestra familia no proviene de una familia agrícola; crecimos en áreas metropolitanas. La jardinería nunca fue algo que nos interesara. Siempre nos ha gustado cocinar con ingredientes frescos, pero nunca se nos ocurrió que pudiéramos cultivarlos nosotros mismos.

¿Cómo llegamos hasta aquí? Hace unos años, un familiar nos regaló unos tomates y pimientos. No teníamos ni idea de lo que hacíamos, pero decidimos intentarlo. Unas semanas después, teníamos unos tomates regordetes y unos pimientos muy picantes. Nos dimos cuenta de que su sabor era mucho mejor que el de las verduras que solíamos comprar en el supermercado.

Nuestro jardín anterior


Queríamos ampliar el pequeño huerto, pero no teníamos ni idea de cómo hacerlo, ya que vivíamos en las afueras y no teníamos mucho espacio. Investigando, descubrimos que era mucho más fácil de lo que pensábamos y que, idealmente, podríamos cultivar lo suficiente para pasar el invierno. Después de la siguiente helada, pasamos los meses siguientes organizando nuestros cultivos y terminamos cosechando lo suficiente para todo el año. Nos prometimos no volver a comprar productos que no cultiváramos.

A lo largo de los años, hemos enseñado a amigos y familiares a recrear los mismos procesos. Nuestro objetivo desde entonces ha sido llegar a la mayor cantidad posible de personas con esta visión.

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